Mujer y gobierno

Soy una convencida de la necesidad de construir y fortalecer el discurso femenino en todos los escenarios de nuestra vida

Bogotá D,C, febrero 3 de 2021(Columna senadora Sandra Ortiz).-El escritor Eduardo Galeano, en uno de sus poemas escribió que hay fuegos que arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, de tal manera que, quien se acerca se enciende. Hoy más que nunca, nos hace falta ese fuego que está en las voces de muchas mujeres del país, lideresas regionales que, no cuentan con una curul en el gobierno, pero que ojalá, un día cercano, puedan hacerlo.

De ahí que, considero de suma importancia fortalecer la participación de las mujeres en los espacios de toma de decisión del país. Sé que se han dado pasos a nivel político, como la Ley 581 de 2000, conocida como Ley de Cuotas, que exige que el 30% de los altos cargos públicos sean asumidos por mujeres, pero hace falta que dicha participación ascienda al 50%, si queremos hablar de democracia, bajo el entendido de que las mujeres somos más de la mitad de la población del país (51,2%).

En las últimas pasadas elecciones al Congreso, de 308 mujeres que estaban inscritas al Senado, solo 25 lograron una curul (21,3% del Senado); para la Cámara de Representantes había 637 aspirantes mujeres, pero solo 31 candidatas lograron el escaño (18,7%).  El punto más crítico, es el poder local, en el que las mujeres apenas ocupan el 12% de las alcaldías.

No obstante, es necesario aclarar que la participación de la mujer en el gobierno no debe limitarse a un número y no debe ser medido únicamente de manera cuantitativa sino cualitativa; es decir, el hecho de que una mujer llegue al escenario político no es para que reitere los discursos perpetuados por el discurso patriarcal emitido por los caciques políticos de siempre; es preciso saber que, las elecciones de las mujeres en escenarios de representación política no deben ser solamente un resultado matemático sino saber en cuánto abrimos, en términos cualitativos, los espacios de toma de decisión para las mujeres, en los que realmente exprese la voz de las mujeres colombianas, de aquellas que no llegaron a una curul y de aquellas que sufren las consecuencias de la desigualdad en nuestro país.

Desafortunadamente, algunas mujeres llegan a invisibilizar a las mujeres, sea por el motivo que sea, como el de ganar aceptación política por parte de sus compañeros hombres, por no parecer diferentes, por permanecer en sus curules o por miedo a ser señaladas; tienden a sumarse a un discurso que es totalmente opresivo hacia la mujer.

De ahí que, soy una convencida de la necesidad de construir y fortalecer el discurso femenino en todos los escenarios de nuestra vida; no se trata de que remplacemos las estructuras patriarcales por unas matriarcales sino de construir equidad desde la diferencia. Pienso que, desde la escuela y la familia, deben hacerse esfuerzos ingentes que permitan una participación auténtica de la mujer, con posturas genuinas que demuestren su concepción del mundo desde lo femenino; en los que se defienda sus derechos y sus libertades.

Por último, hago un llamado a que la voz de la mujer sea escuchada, en un discurso cargado de todo lo que somos, cargado de las respuestas que solo las mujeres podemos dar y que van enmarcadas en la construcción de puentes en lugar de muros.

 


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