La política tóxica

Bogotá, 4 de enero de 2021. (Columna del senador John Harold Suárez Vargas).-Es lamentable que las autoridades de muchas zonas de nuestro país se hayan visto forzadas a imponer medidas restrictivas a la movilidad para disminuir la velocidad de propagación del virus del Covid-19 por culpa de un puñado de irresponsables, quienes con su comportamiento egoísta han puesto en riesgo la vida y salud de los demás ciudadanos que durante estos meses de pandemia han acatado los protocolos de bioseguridad.

Preocupa cómo la fuerza pública es agredida cuando se realizan operativos para controlar a quienes violan los decretos de ley seca o toque de queda, en el cumplimiento del mandato constitucional, de garantizar la seguridad y el orden público.

Tambiénes increíble ver cómo, a pesar de las campañas de prevención y prohibición para el uso de la pólvora, las cifras reportadas por el Instituto Nacional de Salud sobre muertos, mutilados, intoxicados y quemados a diciembre 31 de 2020 sean tan altas, siendo muchas de las víctimas menores de edad, algunos alentados por sus padres para su manipulación. Durante el 2020 se presentaron 538 lesionados con pólvora, de los cuales 187 son menores de edad y cinco personas fallecidas. Se presentó una reducción de 239 casos menos que en el 2019, pero un incremento de cuatro casos con relación a los fallecidos.

De otro lado, nos hemos acostumbrado a las noticias que dan cuenta de hechos de sangre debido a la intolerancia donde se apela a la violencia como mecanismo a la solución de cualquier diferencia. Se ha perdido el respeto a los padres de familia, a los mayores de edad, a las instituciones y a la autoridad, generando una descomposición social que juntos debemos detener.

Todos tenemos algo de responsabilidad en esta problemática social, pero los esfuerzos por promover la cultura del respeto y tolerancia son torpedeados por algunos dirigentes políticos de oposición, quienes explotando los problemas sociales de nuestro país, acuden cobardemente a la “política tóxica”, donde las propuestas reales no existen; sus herramientas son el desprestigio al contradictor, desinformación, verdades a medias, promesas utópicas imposibles de llevar a la práctica, generando falsas esperanzas a quien las escucha. ¿Con qué autoridad moral quienes a lo largo de los años han promovido la desobediencia civil, pueden condenar algún tipo de acción cuando esta los afecte a ellos? Construir un proyecto político basado en todo lo anterior es una muestra de la debilidad argumental del discurso de quienes aspiran a la elección popular.

Aunque algunos ya empezaron su campaña presidencial a las elecciones del 2022, en este año nuevo se requiere el trabajo conjunto de todas las fuerzas políticas para la reactivación económica y educativa con calidad en nuestro país.

No más mezquindades e infamias en los discursos y trinos incendiarios; debate a las propuestas con argumentos, sin populismo y demagogia.No más cultura del odio que promueve el caos y la anarquía, así utilicen las máscaras del amor, decencia y humanidad, pues el único perdedor es nuestro país y las consecuencias las estamos viendo, pues ni en una de las peores crisis sufridas por la humanidad fuimos capaces de trabajar unidos.

“El populismo es el camino de la autodestrucción de la democracia”. Mario Vargas Llosa (escritor).


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