“No le disparen más a la paz”: senador Guillermo García Realpe

Bogotá D.C., octubre 15 de 2019 (Columna del s. Guillermo García).- Varios momentos y acciones del Gobierno Nacional que siguen atizando la hoguera de hacer trizas la Paz de Colombia, son reiterativos. Con mucha suspicacia, desde el partido de gobierno es clara la intención de bloquear los avances legislativos y de truncar los planes y programas para financiar el posconflicto y garantizar una paz estable y duradera, sobre todo en las regiones más apartadas, en las que más se vivió la violencia con la extinta guerrilla de las FARC.

Por ejemplo, recientemente este Congreso aprobó el monto total del Presupuesto General de la Nación para la vigencia fiscal 2020, aforado en más de $271 billones y con bastante preocupación vemos que los recursos para implementar el punto 1 del Acuerdo de Paz, relacionado con Desarrollo Agrario Integral han quedado sin plata para su financiamiento.

Esto es ¡muy grave!, esto sin duda, abre una enorme puerta para que miles de excombatientes que cumplieron con su palabra en el acuerdo de Paz entre Gobierno y FARC, piensen en retornar a la ilegalidad, a las disidencias y a seguir irradiando violencia a lo largo y ancho de la geografía nacional. La reforma rural, es uno de los puntos centrales del acuerdo de Paz, y los proyectos de vida de los excombatientes, sin ella, lucirán poco atractivos y sin una visión clara para su futuro y el de sus familias.

El hecho de que este Gobierno no tenga voluntad política para desarrollar el punto uno del acuerdo de La Habana, -ni otros fundamentales del acuerdo final- afecta de forma transversal otros aspectos desarrollados en el mismo acuerdo de Paz, como el mejoramiento de las vías terciarias en por lo menos 170 municipios clasificados como PDET, aquellas zonas donde con mayor rigor se vivió la violencia con las FARC a lo largo de cinco décadas.

Hoy, casi el 80% de esas vías terciarias de esos 170 municipios, están en precarias condiciones, la meta era alcanzar la cobertura de mantenimiento a más de tres mil 500 kilómetros, pero para el próximo año, según los estimativos del Gobierno, y con los recursos proyectados, sólo se intervendrían 16 kilómetros, eso es una verdadera vergüenza.

Los municipios con Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial –PDET-, 170 en total, además de haber sufrido la violencia directa e inclemente durante casi toda su historia, son también los municipios más pobres del país, su pobreza multidimensional es del 40%, mientras que el promedio nacional es del 19%, la pobreza monetaria en estos entes territoriales es casi del 30%, mientras que la cifra nacional es del 7,4%, una diferencia abismal y mezquina que no tiene presentación.

Cómo queremos hablar de Paz en Colombia, cuando no hay recursos para garantizar una Paz estable y duradera, donde los principales programas están desfinanciados, sin cobertura presupuestal para garantizar el avance de los planes y programas del posconflicto. Hoy, sólo el 6% de los recursos para la Paz irán a los municipios PDET, la Agencia Nacional de Tierras tendrá una reducción del 20% en su presupuesto, siendo esta Agencia la que tiene a cargo la enorme responsabilidad de formalizar más de 10 millones de hectáreas.

Quienes hemos estado del lado de la Paz, del desarrollo de los acuerdos del proceso, sí nos preocupa mucho que por falta de recursos se trunque un proceso de Paz que el mundo entero reconoce como exitoso y modelo a desarrollar en otras latitudes, pero que aquí lamentablemente unos pocos sectores no lo valoran y por el contrario lo quieren hacer trizas como ya lo han advertido.

El presidente Iván Duque, cuando va al exterior se enorgullece del proceso de Paz, da discursos apropiándose del desarrollo de muchos puntos del acuerdo y que su Gobierno está dando las garantías suficientes, pero en la practica la realidad es otra, no es coherente el Gobierno con lo que promulga a nivel internacional y lo que hace en Colombia con la Paz, porque aquí lo ataca frontalmente, le cercena recursos a los programas de implementación de la Paz, en el Plan nacional de Desarrollo la Paz tampoco es prioridad para la inversión y no brinda verdaderas garantías para la protección de la vida, por ejemplo, de los líderes sociales, que son los protagonistas fundamentales en la reconstrucción del tejido social desde las regiones.

Ojalá éste gobierno retome el rumbo, se dé cuenta que con paz podemos hacer mucho más, la guerra no es buena consejera, la guerra lo único que deja es muerte, violencia y desolación, la Paz por el contrario, es esperanza, es progreso, es armonía, es el mejor regalo que le podemos dejar a las nuevas generaciones. ¡No sigan haciendo trizas la Paz!

 


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